noche de gabriel garcia marquez

me sentí como una hija más de la familia buendía. yo, alejandra maría buendía, nieta de ursula buendía. como si la lluvia nunca hubiese cesado de llover durante los ultimos 999 días y mañana fuera el apocalypse. sentía que aquella fiesta nunca se terminaría, pero nadie más se preocupaba con irse. yo, alejandra maría buendía, era la única a darse cuenta de que llovia por casi 3 años. aunque la cerveza se había terminado hacía mucho, aunque ya nadie tenía cigarrillos o fuego para ofrecer o pedir a los otros, aunque las conversas ya no cambiaran de tema, nadie más tenía consciencia del fin del mundo. todos seguían escuchando las mismas canciones y repetiendo las mismas bromas a cada rato, como si nada. ya ni me acordaba si mi auto estaba afuera o cómo había yo llegado a la fiesta. sabía que era imposible partir por la lluvia, que no se podía salir bajo el água. en la primera noche los dueños de la casa me invitaron a dormir, había lugar en su cuarto, pero no me hacía falta. otros invitados sí necesitaron dormir en el cuarto o sillón, después de tanta cerveza artesanal. me acuerdo que la cerveza tenía gusto a algo raro, no parecía cerveza. no pude decidir si me gustó o no, y cuando me preguntaron con seriedad qué opinión tenía de la cerveza, no pude decir nada más que "interesante". no hay nada más aburrido do que esas personas que siempre dicen de las cosas que les parecen "interesantes". es la cosa más estúpida que uno puede decir cuando no tiene nada a decir. y entre tanta gente desconocida y algunos amigos de mucho tiempo, yo comía mini panchos y miraba al reloj ansiosa. el pontero de las horas desaparició misteriosamente de mi reloj, y me costaba saber si lo de los minutos marcaba por la tercera o quinta vez la media hora aquella misma noche. 999 días y noches de lluvia, o 999 minutos, no importa, el niño me hizo vivir una noche como unos cien años de solitud.